El grave error político cometido por el cardenal Carlos Aguiar Retes, de comprometer a la Iglesia católica en las pasadas elecciones presidenciales de México al tomar partido en contra del candidato de MORENA, corre el riesgo de ser cometido de nueva cuenta por algunos obispos y sacerdotes del país.
Hace seis años, en efecto, la Iglesia pareció quedar imprudentemente comprometida contra el aspirante presidencial mejor posicionado en las encuestas: el candidato de MORENA. Los posicionamientos públicos del cardenal arzobispo de México, Aguiar Retes, no solamente no fueron secundados por el grueso de la feligresía, sino que además dejaron un mal sabor de boca entre los votantes y terminaron por proyectar una imagen equivocada: la de que la Iglesia estaba ligada o respaldando a la llamada “Vieja Mafia del Poder”.
Aquél mal paso dado por Aguiar Retes, el cardenal “amigo del Papa”, “protegido del Papa” Francisco, fue recordado –significativamente también en medio del nuevo proceso electoral que se vive en México–, durante un balance de los primeros 4 años de su tarea como arzobispo de la capital del país:
Carlos Aguiar tuvo un período de oportunidad que se le fue de las manos: el inicio de su gestión. En efecto, arribó a la arquidiócesis más importante de México con empuje mediático, inflado por las expectativas que toda transición genera, pero en cuatro años su tarea sigue siendo opaca. Es poco conocido por la feligresía. El horizonte de ajustes naturales, luego de más de 20 años de arzobispado de Norberto Rivera, no se presentó. Por el contrario, se desplomó, ya que Aguiar se confrontó con el presbiterio, al arribar tras su designación con equipo de colaboradores propio, ajeno a la arquidiócesis, que impuso por sobre toda la estructura presbiteral existente. Es decir, Aguiar no tuvo contacto con los sacerdotes, sino que interpuso una barrera mediante “intermediarios” que importó y los colocó como “jefes”. Definió su tarea como la implantación de un sistema gerencial, más que pastoral, más que apostólico.
Fue así que Aguiar “empezó con la situación de ser amigo del Papa, de tener influencia, de ser protegido del Papa [Francisco] y con la sospecha de pretender un cardenalato a través de algunas de las grandes diócesis que tiene México, como Guadalajara, Monterrey y la propia Ciudad de México", explicó Guillermo Gazanini, al hacer una evaluación de los primerios cuatro años de Aguiar..
Creyéndose poderoso, protegido de Francisco, chocó con el presbiterio, desestructuró la Curia, despedazó la estructura de Comunicación y otras cosas más, como la de celebrar la Misa dominical ya no en la Catedral, sino en la Basílica de Guadalupe. Pero en cambio, eso sí, ganó el cardenalato.
El balance es negativo para Aguiar, a decir del propio Gazanini, ya que además de un ejercicio fallido como titular del arzobispado de la Ciudad de México, asumió una postura igualmente partidista y de choque ante el entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, que para desgracia del ahora cardenal, se convirtió en Presidente del país, gracias a la obtenciuón de una extraordinaria cantidad de votos.
Con esa postura político-partidista en plena jornada electoral, Aguiar no solamente involucró de manera imprudente a la Iglesia en un ámbito que no le corresponde, sino que se confrontó con un amplio sector de la ciudadanía que votó por López Obrador, e hizo ver a la Iglesia como si ella estuviera ligada a la coalición de partidos y políticos identificados con la denominada popularmente como la “Vieja Mafia del Poder”.
Aguiar quedó plenamente identificado con el candidato presidencial del PRI, sin hacer caso, como sucede hoy entre algunos del medio eclesiástico, de lo que indicaban las encuestas: el respaldo popular al candidato presidencial de MORENA.
Tal actitud del cardenal ha tenido un elevado costo para él a lo largo de su gestión, pues el Presidente del país tiene una relación consistente e institucional con el Presidente del Episcopado mexicano, pero ninguna con Aguiar.
Así que el arzobispo de México ha quedado, en cuatro años de arzobispo, mal con todos. Con el presbiterio, con la feligresía y con las autoridades civiles.
El problema está en que hoy, algunos obispos parecen seguir ese mismo camino. Omisos ante los grandes temas que hoy sacuden a la Iglesia y ponen en riesgio la salvación de los fieles, son pródigos sin embargo para las cuestiones de carácter temporal, con un sentido político-partidista en favor nuevamente del PRI y sus socios; con una larga cola de corrupción y combate a la democracia.
Es una desgracia ver que obispos y sacerdotes puedan hacerle campaña a quienes por casi 100 años no únicamente gobernaron a México con autoritarismo, corrupción y nulo respeto a la ahora sacrosante División de Poderes, sino que al amparo del Presidencialismo, hicieron correr mucha sangre que hoy sigue clamando justicia.
¿Cómo, pues, hacerle el juego nuevamente al PRI?
¿Cómo hacerle el juego al PAN, que durante este sexenio ha traicionado en forma reiterada los principios que dice defender...e incluso ha traicionado a los propios Obispos?.
¿Quiénes son los obispos que buscan nuevamente convertirse en los nuevos Capellanes del PRI?
ESCRIBIÓ: JOSÉ A. PÉREZ STUART.
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